Gracias a los grandes avances tecnológicos en materia de agricultura, Israel ha podido ampliar sus límites agrícolas y utilizar el desierto como una fuente más. Gracias a esto se ha convertido en el único país del mundo donde el desierto es utilizado para desarrollar tecnologías agrícolas.

A pesar de que Israel tiene uno de los desiertos más áridos del mundo, los científicos han encontrado soluciones para explotar este recurso. Uno de esos ejemplos es el riego por goteo, un sistema que ha logrado aumentar las posibilidades de mantener la eficiencia hídrica en el país y que también se ha aplicado en Chile.

Desde la ONU (Organización de las Naciones Unidas) calificaron a Israel como una nación “experta en combatir la desertificación”, esto gracias a que contribuyen al esfuerzo global en la lucha contra la desertificación compartiendo sus conocimientos y prácticas para hacer del mundo un lugar “más verde y más sano”.

Nuevas herramientas

Entre las nuevas tecnologías que están desarrollando los profesionales israelíes, están aquellas que se basan en los suelos secos para levantar una fuente de explotación. Esto implica aislar las plantaciones para protegerlas del estrés biótico y abiótico.

Además, están los avances referidos a proteger a las plantas de las diferentes plagas y pestes que surgen en dichos climas. Todo ello pensando en el cuidado del recurso hídrico. Gracias a estos avances en que en Israel se pueden cultivar maíz, algodón, mandarina, jojoba, flores, entre otros productos.

Estos productos se pueden cultivar en invernaderos que tienen la capacidad de albergar 300 toneladas de tomates o tres millones de rosas, que superan en cuatro veces el rendimiento de los campos de cultivos abiertos. Además, las plantaciones reciben un enjuague que varía según el cultivo y que, entre otros servicios, permite reducir las pérdidas de los cítricos frescos.

Adicional a estos avances, se combaten las pestes y plagas con intervenciones genéticas resistentes a las condiciones climáticas. El 40 por ciento de los invernaderos de tomate europeos usan semillas de un híbrido de larga duración que se desarrolló en Israel.